El Gobierno de Castilla-La Mancha sigue avanzando en el desarrollo del Plan de Abordaje Integral de la Cronicidad y la Prevención de la Fragilidad, uno de los nueve planes específicos a través de los que se estructura el Plan de Salud de Castilla-La Mancha Horizonte 25, con la puesta en marcha de un Protocolo de Cribado de la Fragilidad en Atención Primaria, una herramienta que va a hacer posible el correcto diagnóstico, registro y seguimiento asistencial.
Tal y como ha señalado la directora general de Cuidados y Calidad del SESCAM, Monserrat Hernández, en Castilla-La Mancha se han venido desarrollando desde hace años diferentes actividades de detección precoz, diagnóstico e intervenciones relacionadas con el abordaje de la fragilidad y la prevención de caídas desde Atención Primaria, sin que, en su sistema de información, Turriano, existieran las herramientas necesarias para su registro en la historia clínica del paciente.
La puesta en marcha de este Protocolo de Cribado “supone un hito muy importante que nos permitirá avanzar en la provisión de cuidados desde un enfoque de cuidados continuos en los que tengan cabida la prevención, promoción, diagnóstico precoz, tratamiento y rehabilitación, con un abordaje multidisciplinar que tenga en cuenta la esfera familiar y social de las personas”, ha apuntado Hernández.
La prevalencia de la fragilidad aumenta de manera exponencial a partir de los 65 años, siendo este síndrome un importante predictor de eventos adversos graves en las personas mayores, como el deterioro en la movilidad, las caídas, la comorbilidad o la pérdida de capacidades para las actividades básicas de la vida diaria, y como consecuencia, mayor hospitalización e institucionalización.
Según diferentes estudios internacionales, la prevalencia de la fragilidad oscila entre el 7 y el 12 por ciento. Los datos procedentes de estudios españoles muestran unas cifras de prevalencia que aumentan de forma importante con la edad y se sitúan entre el 8,5 y el 20,4 por ciento de los mayores de 70 años.
La intervención sobre la fragilidad se ha demostrado efectiva y costo-efectiva para promover vidas más largas y saludables. De hecho, las intervenciones multifactoriales son más efectivas que las individuales y deben abordar la promoción de estilos de vida, ejercicio físico, nutrición, manejo de la patología crónica y la revisión de la polifarmacia para promover la independencia y prevenir efectos adversos.
En concreto, siendo la fragilidad un predictor de discapacidad reversible en buena parte de los casos, según muestran los estudios, es fundamental afrontarla adecuadamente mediante un abordaje integral e interdisciplinar desde Atención Primaria, coordinado con servicios sociales, comunidad y centros hospitalarios, con el objetivo de proporcionar calidad de vida al paciente y mayor eficiencia en el uso de los recursos sanitarios.
Objetivos del Protocolo Entre los objetivos del Protocolo de Cribado se encuentra detectar de forma precoz la fragilidad en la población igual o mayor de 70 años en Atención Primaria, así como disminuir las consecuencias derivadas de este síndrome a través de la detección precoz y abordaje desde este nivel asistencial, favoreciendo un envejecimiento saludable que mejore la calidad de vida de las personas.
Por otra parte, con esta herramienta se pretende unificar criterios de actuación tanto en la detección precoz, diagnóstico e intervenciones para el abordaje de la fragilidad desde Atención Primaria; además de unificar los registros en la historia clínica del paciente por parte de los diferentes profesionales de medicina, enfermería, fisioterapia y trabajo social, centralizando el registro de las actuaciones relacionados con el abordaje de la fragilidad.